Durante todo el año, las pastelerías artesanas ofrecen una gran variedad de dulces típicos de la Comunidad de Madrid. Entre ellos, destacan los bartolillos, los pestiños, las tejas, los suspiros de modistilla (lo que ahora se conoce como “macarons”) y, cómo no, los churros.
Pero no todos estas tentaciones para el paladar pueden disfrutarse los 365 días. Algunos están asociados a celebraciones y fechas concretas, así como a localidades determinadas. Por ejemplo, los “penitentes” y las almendras garrapiñadas son típicos de Alcalá de Henares; Chinchón tiene un bollo de pan dulce con huevo decorado con anises de colores y los “pasioncitos”, con el logotipo de «La Pasión de Jesús», son un clásico de Morata de Tajuña.
Si hablamos de épocas del año, cada mes tiene sus dulces específicos. Así, enero es la época del roscón de Reyes y panecillos de San Antón. Febrero es el momento de las rosquillas de Alcalá. En marzo y abril llega la Semana Santa y, con ella, las torrijas.
Ya en mayo triunfan las rosquillas del santo, mientras que en verano reinan las palmeritas. Septiembre, con temperaturas más bajas, es época de bombones.
El otoño llega con buñuelos y huesos de santo y en noviembre, Madrid celebra a su Virgen con la corona de la Almudena. ¿Y para cerrar el año? Diciembre con sus turrones y mazapanes. En Madrid, el año se mide en días… y también en dulces.
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